miércoles, 18 de junio de 2008

LA COMERCIALIZACIÓN DE PRODUCTOS BIOTECNOLÓGICOS

El debate mundial sobre el comercio de productos de la biotecnología tiene aristas permanentes en función de las restricciones que se imponen a dichos productos.
Para varios países entre los que se encuentra la Argentina sus efectos potenciales se hacen preocupantes ante la gran concentración que han alcanzado de dichos productos en sus exportaciones.
Se estima que el 95% de los productores agropecuarios locales utiliza en sus cultivos semillas bio genéticamente modificadas (OGM), alcanzando la mayor incidencia en el cultivo de la soja, siguiéndole el 40% del maíz y un poco menos el cultivo de algodón. Este elevado porcentaje no significa que existan muchos variedades OGM en el mercado, sino es oportuno destacar que sólo han sido aprobados siete eventos; cuatro en maíces, dos algodones y uno en soja. Curiosamente, Europa tiene 18 eventos OGM aprobados.
Según la Conabia desde 1991 hasta el año 2002 se otorgaron 567 permisos de liberación al medio, de organismos genéticamente modificados para uso agropecuario, con un 80% de ensayos sobre cultivos de maíz, soja, girasol y algodón que fueron evaluados por su resistencia a insectos y tolerancia a herbicidas. La diferencia entre tantos ensayos y tan pocas aprobaciones tiene dos respuestas; por un lado el alto grado de detalle en los análisis y seguridad de del marco regulatorio utilizado en la Argentina, que desecha antes de que se comercialice todo lo que pueda generar algún problema o peligro. Por otro lado, la moratoria de la Unión Europea que desde el año 1998 viene complicando las aprobaciones de los OGM para la Argentina.
En resumen de los tres pasos que exige el país para la aprobación de un nuevo evento, por el momento los dos científicos pueden ser garantizados. El tercero, netamente comercial, se puede trabar por no ser aprobado en la Unión Europea. En este último caso las restricciones exceden el alcance del país.
En el caso del maíz, por ejemplo, si fueran sacados a la venta en el mercado significaría que la Argentina puede quedar fuera de la posibilidad de ventas cualquier tipo de grano a la Unión Europea.
De esta forma, la aprobación se concentra en las pruebas científicas para asegurar que sean aprobados los avances genéticos que sean inocuos para la salud humana y animal, ni produzcan daños al medio ambiente. La forma de compensar las trabas comerciales de los europeos que impiden el lanzamiento de nuevas variedades, se concentra en la negociación internacional.
En la Argentina, el desarrollo de la biotecnología sería una herramienta fundamental para el crecimiento, como país exportador, en vias de desarrollo y que no subsidia su producción ni el comercio de exportación.
Fuente: IICA - INTA vía E-campo

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